Necesito esta noche tu abrazo.
Mi tristeza se ha tornado amante y compañera
y se alimenta exclusivamente de tu consuelo.
Mi rostro se encharca
y las lágrimas se vierten como cuentas
sobre el hilo de mi alma,
forjando un fastuoso collar de nostalgia.
Esta noche me acurruco
en la gélida cueva de tu ausencia,
y necesito tu beso esta noche.
No, no me calmará ni el arrullo del viento
ni el susurro envolvente de morfeo,
ni el ronroneo de mi delicado gato.
Si mañana no tuviera ni tu beso ni tu abrazo
preservaría cual tesoro en un cofre mis lágrimas
para enviarte una ofrenda al correo de tu recuerdo.
O con perlas que se enhebran sobre el hilo de mi esencia
lanzaría el extremo del collar hasta el valcón de tu casa,
para que así consiguieras deslizarte hasta el alféizar de mi ventana
y destruir este dolor que estrangula mi voluntad y mi empeño
refugiándote eternamente en mi cuerpo y en mi alma,
protegiéndome con tus manos tiernas y mansas.
Aquí, ahora y siempre
perpetuos, inherentes, inmutables,
seremos dos espíritus en una lágrima, en una sola perla
que emana del collar de una esencia.
La misma naturaleza, la misma sustancia, el mismo cuerpo,
la misma entraña.
Adoro tus brotes de sensibilidad.
ResponderEliminarJajaja, sabía que eras tú ;)
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