Más que los actos infames
me duele la mezquindad
la indolencia
impavidez
hacia aquellas personas de alma sensible
aquellas personas que sienten pasión
con todo aquello que hacen
que no se contentan con respuestas monosilábicas
ni con hechos vacíos de sensaciones
He de decir que creía conocer el infierno
y todo aquello que lo envuelve,
y digo creía conocerlo
porque en realidad estaba equivocada.
Pero el verdadero infierno
lo conocí anoche,
una noche en que el silencio se hizo eterno,
en que las palabras retumbaban más vacías que nunca,
ecos que conducían al averno
en cuyas cavernas
tu despiadado imperio de perfidia
se extendía sobre la multitud subyugada
a la farsa de tus movimientos
Cada uno de ellos magistralmente tejido,
he de reconocerlo
y mis antiguas sospechas,
consumadas ahora en congoja
oprimían mi pecho,
asestándole interminables puñaladas
Sin embargo,
el tiempo me ha enseñado
a reconocer el descaro,
las maniobras hipócritas de un espíritu desalmado
el miedo que rezuma a través de sus entrañas
y desmantelé tu infamia,
creyéndome presa de mi propia trampa,
te despojé de tu pérfida máscara
mostrando así tu verdadero rostro,
un rostro exento de sustancia
cuyos orificios exhibían
infinitas y ondulantes cabezas de reptil
Ahora sé que este es el verdadero infierno,
ver a la persona que creías amar
transfigurada en un despojo del demonio
y cuyo aullido nunca podrás percibir
como la antigua y exquisita melodía
que acompañaba a tu esencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario